
Madrid no es humilde a la hora de presentarse. En cuanto empiezas a subir las escaleras del metro que te dirigen a Sol, te sientes como un futbolista en el tunel de vestuarios saliendo al terreno de juego. A medida que vas subiendo la intensidad de las voces que escuchas crece de manera abrupta para convertirse en un Allegro Fortissimo. apenas veinte escaleras, unos seis segundos de ascenso y te ves en el medio de Sol. Picoletos con tricornio, un coro de charros que cantan cielito lindo, gentes, colores, aromas, ritmo, putas, venta ambulante, no es el infierno en donde te adentras, es en la parte álgida de Aida donde los ejércitos marchan y la famosa melodía invade la sala.
Mi hermana diría que es una sinfonía humana y quizás sea la metáfora más adecuada. Esta ciudad te engulle desde el primer momento. Si has tenido la suerte o desgracia de vivir en este país reconoces la mayoría de los sitios por toda las imágenes que tienes almacenadas gracias o por desgracias a las series de televisión, películas, reportajes y demás.
Para mi que vengo de un pueblito y la capital a la que me he mudado se ha convertido en otro pueblito estar aquí es estar en La ciudad. Mi sitio favorito es Barcelona, pero de alguna manera en Barcelona me siento en casa. Mis huesos se adaptan a esta ciudad desde el primer momento, la hago mía cada vez que estoy allí y nos abrazamos fraternalmente cuando llego y nos despedimos con cariño cuando me marcho.
Madrid es más exigente, me pone a prueba, no me lo pone fácil, me deja participar pero no hacerme con ella. La ciudad es muchísimo más grande y tiene más energía que la suma energética de sus habitantes. Te mira, te sigue, no va a impedir que hagas lo que quieras pero lo estará viendo. Hermanos, el mundo pasa por esta Villa pero las normas de juego las decide ella.
Para vivir, Barcelona, para sentir o aprender a sentir, la Villa.
Pulpo con cachelos
Pulpo
Una cebolla
Sal gorda
Pimentón picante
Patatas
Cobre
Se pone a hervir agua en una pota (mediada) con sal y una moneda de cobre o algo de cobre dentro. Cuando hierva se coge el pulpo (que lo hemos congelado para que se ablande, lo de mazarlo en casa no lo recomiendo) y se agarra por la cabeza para sumergirlo y sacarlo 9 veces. Es decir, al agua, afuera, al agua , afuera... 9 veces, los tentáculos se van rizando y la última vez lo dejamos dentro de la pota para que empieze a cocer. A partir de ahora 40 minutos a fuego medio y después añadimos las patatas que se coceran con el pulpo dándoles un color rojizo fantástico y un sabor muy especial.
Cuando está blandito, lo sacamos y cortamos en medallones con una tijera de unos 3 centímetros. Lo servimos en un plato de madera con aceite por encima, sal y pimentón picante.
Besitos!
Bueno, bueno, bueno... "pongamos que hablo de Madrid", sigo citando a Sabina porque parece que sea tu Cicerón en este viaje familiar a la capital... La verdad, que aunque fiel a mi ciudad, Barcelona, tengo que decir que Madrid me va, me gusta... durante algunos años fui una vez al año a Madrid, me gustaba lo que no tenía Barcelona, calles intransitables, bullicios impenetrables, bares sin diseño, bocatas con calamares, cerveza en vaso de plástico, gente que te trata de amigo sin saber ni como te llamas... en fin... eso que caracteriza a Madrid y que nunca tendrá Barcelona.
ResponderEliminarMi pregunta al llegar siempre a la Puerta del Sol, era, cómo pueden conseguir que parezca tan grande cuando dan las campanadas?. Un abrazo